¡Oh! Dulce ilusión, mágico momento…,
nunca vi nada más bello
en unos ojos centelleantes de sueños,
como el brillo que desprende
un niño a la vera de su abuelo.
El niño escucha su voz...
la imaginación vuela desenfrenada
hacía mundos jamás soñados,
proyectando en su mirada
ésta hermosa aventura:
Hoy he sentido el sol vespertino
acariciar mi rostro,
una suave brisa danzar juguetona
entrelazándose por mi cuerpo,
cual espiga meciéndose
al son del viento.
He podido sentir como mis brazos
se transformaban en alas
y al desplegarlas y agitarlas
me hacían despegar los pies
del duro e inmóvil asfalto.
Así, sin ningún esfuerzo
me he sentido envuelto
en los brazos de mi abuelo
que me llevará de vuelta
para abrazar a mi abuela.
Pepa García
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1 comentarios:
que dulces tus palabras... evocan recuerdos y emociones familiares que siempre me acompañan. Al leer el poema se dibuja una sonrisa en mi rostro de complicidad y alegria. Un fuerte abrazo.
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